¿Qué puede hacer la tecnología para salvar el planeta?
La basura tecnológica es un problema. Millones de aparatos electrónicos se acumulan en diferentes puntos del planeta como África o India. Millones de pequeños chips y microplásticos que, una vez abandonados a su suerte, se dispersan por el medio ambiente. Elementos como las baterías de iones de litio, las pilas del siglo XXI que alimentan desde teléfonos móviles a juguetes de todo tipo, tienen unos ciclos de existencia. Pasados los cuales se empiezan a deteriorar, pero muchas veces acaban en contenedores inapropiados.
En las ciudades puntos limpios donde se deben depositar estos dispositivos, pero todavía hay trabajo que hacer. En los procesos de fabricación de estos productos de adopción masiva no siempre se tiene en cuenta el momento en el que se «mueren».
Utilizar materiales reciclados
Al igual que estas medidas, otros fabricantes de productos de consumo como Apple han querido abrazar la lucha contra el cambio climático produciendo muchos de sus dispositivos con aluminios 100% reciclados, como en el caso de los últimos modelos de iPad. La tecnología «verde» empieza a ser una realidad y se aleja, además, de las estrategias de responsabilidad corporativa de las empresas.
Contaminar menos y cuidar el planeta no es solo un eslogan temporal sino que empiezan a surgir corrientes sociales que demandan precisamente un mundo más ecológico también en las tecnologías. Es una decidida apuesta por la economía circular, que insiste en la idea de reciclar materiales y productos que, tradicionalmente, se han metido en el saco de los desechos.
Bioeconomía y biotecnología
Es la gran idea de la sostenibilidad conectada. Según el informe de previsiones de Ericsson, 6 de cada 10 encuestados cree que los servicios basados en el internet de los sentidos harán que la sociedad sea más sostenible desde un punto de vista medioambiental. Otro de los grandes desafíos es recuperar lo antes posible los materiales que se desechan. De ahí que otra corriente importante son las medidas para utilizar organismos vivos para producir otros bienes reutilizables como biocombustibles y energía para, entre otras cosas, mejorar la eficiencia en sectores como la agricultura.
El vehículo impulsado por motores eléctricos es considerado, a día de hoy, como una transición que llevará al futuro a la sociedad gracias a sus emisiones cero en el área de circulación. Pero, todavía, no es la alternativa más «verde» puesto que emplea elementos como sus baterías altamente contaminantes. Además, la producción de energía eléctrica también es otro aspecto controvertido.
La biotecnología, según considera en una investigación la empresa valenciana Aina, aporta soluciones para esto en forma de biofactorías: microorganismos que tienen la capacidad (natural o inducida) de producir sustancias (moléculas) de interés industrial con un elevado rendimiento. Algunos ejemplos de sustancias que pueden ser obtenidas con biofactorías: enzimas, pigmentos, principios activos farmacéuticos, ingredientes bioactivos para alimentos funcionales, bioconservantes, bioplásticos...
Robots e Inteligencias Artificiales como apoyo
Uno de los principales impactos al medio ambiente proviene de los microplásticos, los enseres no reciclados y otros agentes contaminantes. Se estima que se vierten alrededor de ocho millones de toneladas de estas piezas imperceptibles en los océanos. Recientemente, un informe ha puesto de relieve que se ha perdido el 2% del oxígeno en el agua. Algo preocupante.
Frente a ello, empiezan a aparecer propuestas en las que se aplican algunos avances en robótica para que ejerzan una labor de limpieza y cuidado. En Costa Rica, por ejemplo, se ha desarrollado una tortuga inteligente que, aprovechando sus comportamientos propios de los drones autónomos, se pueda encargar de detectar microplásticos en el mar. Una oportunidad para poder extraerlos evitando, además, que afecten a los seres vivos.
Teletrabajar, «smart cities», coches autónomos
Otro de los principales causantes del efecto invernadero se debe a las altas concentraciones de dióxido de carbono y agentes contaminantes procedente del tráfico rodado. En las grandes ciudades se aprecia esa situación cuando se observan los niveles de polución que, en muchos casos, se superan con creces. En grandes capitales como Madrid o Londres, millones de personas viajan solas en sus coches en sus trayectos diarios hacia el trabajo. Aunque todavía está en fase de experimentación, soluciones de teletrabajo pueden eliminar la necesidad de desplazamientos tan frecuentes.
Nuevos modelos energéticos
Al margen de las centrales eléctricas y la energía nuclear, las llamadas energías «verdes» deben tomar más determinación en la producción energética de los países. Desde la escuela de negocios The Valley se analizaba, recientemente, cómo la tecnología impacta también en el mercado de las energías limpias y cuidado del planeta. Para los expertos, puede contribuir a un mejor autocontrol de la producción y consumo gracias a la energía solar inteligente.
La digitalización ha hecho posible, entre otras cosas, que la producción de energía solar en casa a través de herramientas como paneles solares inteligentes que se pueden implementar fácilmente en los tejados de los hogares y conectar con sistemas de energía inteligentes para tener un mayor control sobre la producción y gasto energético.
La energía que se produce con el viento es otro de los sistemas de producción renovable más antiguos, pero con la tecnología se ha potenciado. Gracias a los servicios más innovadores, ahora es posible medir de forma precisa y fiable el viento en alta mar o monitorear, diagnosticar y controlar las turbinas eólicas mediante software con inteligencia artificial, para facilitar y hacer más eficiente y económica la producción de energía.
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