
La extracción de minerales, metales e hidrocarburos del suelo es una de las industrias más antiguas de la humanidad. La sociedad depende más que nunca de una variedad más amplia y mayores volúmenes de las sustancias extraídas.
La extracción de nuevos materiales sigue siendo más barata que la reutilización de muchas sustancias, lo que lleva a algunos expertos a advertir sobre la creciente presión de las minas en el mundo natural.
A un grupo cada vez mayor le preocupa que el costo ambiental de la contaminación y la pérdida de biodiversidad causadas por las minas, así como los impactos sociales causados a las comunidades locales, puedan superar los beneficios de la minería.
¿Qué pasaría si, para proteger mejor el medioambiente, la humanidad decidiera que el contenido de la corteza terrestre no se utilice más?
Es un escenario poco probable, sin duda, y que causaría dificultades, especialmente si sucediera de repente, pero imaginar un mundo sin acceso al subsuelo nos permite examinar cuán dependientes nos hemos vuelto de la extracción.
También nos invita a considerar la frivolidad con la que a menudo desechamos estos materiales.

Victor Maus, investigador en geoinformática y sustentabilidad en la Universidad de Economía y Negocios en Viena, Austria, pasó los últimos tres años revisando imágenes satelitales de la superficie de la Tierra para estimar el área total que los humanos dedican a la minería.
Descubrió que los sitios mineros cubrían alrededor de 100.000 kilómetros cuadrados, área similar al tamaño de Cuba, Guatemala u Honduras, y más grande que República Dominicana, Puerto Rico, Costa Rica, Panamá o El Salvador.
En el primer día de un mundo que detuviera la minería, la primera onda expansiva sería para los puestos de trabajo; eliminaría aproximadamente 4 millones de empleos formales. Pero la cuenta no se detendría ahí.
"Hay una cantidad de personas que dependen indirectamente de los sitios mineros", dice Eléonore Lèbre, que investiga en la Universidad de Queensland (Australia) los impactos sociales de la minería.
"En las áreas rurales, donde puede haber habido operaciones mineras durante décadas, hay comunidades que han llegado a depender de ellas", agrega en entrevista con Laura Cole, de BBC Future.
En un mundo sin minería surgirían pueblos fantasma casi de la noche a la mañana.
Pero estos impactos no quedarían confinados a esas comunidades. Ya al séptimo día se verían consecuencias masivas en la sociedad.
"La energía sería la principal preocupación", dice John Thompson, consultor minero y profesor de sustentabilidad en Vancouver, a Laura Cole. "Y el carbón sería el primero en irse".
"Como ocupa tanto espacio, las centrales eléctricas no pueden tener muchas reservas", agrega.
Con el 35% del mundo todavía dependiendo del carbón para la electricidad, pocos países escaparían de una crisis energética repentina. El uso del carbón para la generación de electricidad varía en el mundo: es el 5% en América Latina y el Caribe, pero el 22% mirando solamente Chile.
Más aún, es de 63% en China y 84% en Sudáfrica, por lo que pronto se sentiría la desigualdad energética entre los países. Para enfrentar la menor oferta de electricidad, los gobiernos podrían comenzar a mirar hacia el pasado.
En huelgas mineras de Reino Unido en la década de 1970 se impusieron apagones continuos y la racionalización de la electricidad.
"La política de tres días a la semana podría regresar", dice Thompson, refiriéndose a cómo el gobierno británico redujo el trabajo a tres días en lugar de cinco por la escasez de electricidad. Un efecto indirecto, pero paralizante, sería el corte de las comunicaciones.
Internet, muchos de cuyos servidores aún dependen de la electricidad a base de carbón, se vería recortado. Las redes de telefonía celular pueden durar más, pero con menos electricidad en la red, cargar dispositivos podría convertirse en un lujo.

El problema del gas
Mientras tanto, la temperatura en las casas existentes se volvería cada vez más incómoda a medida que las reservas de gas comenzaran a agotarse después de unas pocas semanas, reduciendo la energía para calefacción y refrigeración.
En economías que dependen de centrales eléctricas de gas para la electricidad, como Emiratos Árabes Unidos (95%), Bolivia (71%), México (62%), Rusia (45%), EE.UU. (41%) y Argentina (34%), los apagones serían más frecuentes.
Y cualquier producción de plásticos que siguiera funcionando estaría restringida a los reciclables a medida que su materia prima de gas desapareciera.

Una carrera sin precedentes por la investigación podría conducir a avances en la tecnología de reciclaje y el diseño circular.
"Los productos se diseñarían para que duren más o para que se puedan desarmar más fácilmente y los componentes se devuelvan al sistema", dice Thompson. Esto sería un cambio radical para la industria tecnológica, que hoy en día produce baterías que son notoriamente difíciles de reciclar.
La investigación podría canalizarse hacia métodos para extraer metales sin minería, como la electrólisis del agua de mar y las salmueras. "También puede haber el desarrollo de nuevos biomateriales que podrían imitar o reemplazar el papel de los metales", dice Thompson.
"Afortunadamente, estos probablemente serían más reciclables".
Si se detuviera toda la minería, todavía habría un área del tamaño de Guatemala con niveles degradantes y, en algunos casos, peligrosos, de metales pesados. "Una mina abandonada puede tener una contaminación crónica durante cientos, si no miles de años", dice Lèbre.

Evitar una catástrofe ambiental y limpiar todas las minas del mundo a la vez costaría cientos de miles de millones o incluso billones. Sin una planificación cuidadosa, estas nuevas amenazas podrían superar las evitadas por la mitigación del cambio climático.
Quizás con el tiempo, el concepto de huellas materiales, como una adición a las huellas de carbono, se imponga a los gobiernos, a medida que se den cuenta cada vez más de cuánto cuidado debemos tener con todos nuestros recursos no renovables.
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Noticia patrocinada por: www.bbc.com
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