¿Año decisivo en la lucha climática? 2021


Imágenes por satélite del 17 de abril de 2020 y de 2021 que muestran los efectos de la
 gran sequía que sufre la cuenca del río Colorado en el lago Powell, en Estados Unidos.

 Las alarmas no han dejado de sonar a pesar de la pandemia. Y a António Guterres, secretario general de Naciones Unidas (ONU), se le agotan las palabras duras para advertir de las consecuencias de esta crisis climática planetaria. 

Esta semana hablaba de un escenario “aterrador” al referirse al último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Esta agencia de la ONU lleva ya 28 años publicando sus evaluaciones anuales y la conclusión es cristalina: las evidencias e impactos del calentamiento global se agolpan. Por ejemplo, 2020 estuvo entre los tres años más cálidos jamás registrados, recordó la OMM. Los otros dos fueron 2016 y 2019. 

Europa blindará en una ley sus objetivos de lucha contra el cambio climático

Si la tendencia se mantiene, 2021 será otro año más cálido de lo normal. Como recuerda Freja Vamborg, científica del Servicio de Cambio Climático de Copernicus de la Unión Europea, los últimos seis años han sido los seis más cálidos desde que arrancan los registros fiables. 

Será cálido, pero también debería ser un punto de inflexión en la lucha climática, como reclaman desde las ONG, la ONU y otras instituciones internacionales y Gobiernos. “Verdaderamente”, recalcaba el lunes Guterres, “este es un año crucial para el futuro de la humanidad”. 

La pandemia hizo que se retrasasen hasta este 2021 dos important
es cumbres medioambientales: la climática que se debía celebrar en Glasgow (Reino Unido) y la reunión sobre biodiversidad de Kunming (China). Además, la pandemia sacó en gran medida de la agenda internacional la lucha contra el calentamiento. Pero el coronavirus no ha acabado con el problema. Como recuerda la Organización Meteorológica Mundial, “la desaceleración de la economía relacionada con la pandemia no logró frenar los motores del cambio climático ni la aceleración de sus impactos”.

En la cumbre del clima de Glasgow de 2020 los países tenían que haber presentado planes de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero más duros de los que han ofrecido hasta ahora en el marco del Acuerdo de París. Pero, cuando terminó 2020, solo 75 de los casi 200 países que firmaron París lo habían hecho. Por eso se espera que 2021 sea determinante. 


Rebote de las emisiones. Los registros oficiales de temperaturas que manejan la OMM y el resto de organismos científicos se remontan a 1850, cuando arranca la era industrial y cuando comenzó la quema de combustibles fósiles a gran escala para alimentar el desarrollo económico. Cuando esos combustibles se queman generan los gases de efecto invernadero que en gran medida se acumulan en la atmósfera y sobrecalientan el planeta. 

El principal de estos gases es el dióxido de carbono (CO₂) y durante la pandemia estas emisiones cayeron. Pero, como han advertido desde el principio los expertos, tras la caída se producirá un rebote porque el descenso era por el parón coyuntural de la economía y no por un cambio estructural que modifique la forma en la que el mundo alimenta sus coches o genera su electricidad. 

La Agencia Internacional de la Energía prevé que en 2021 las emisiones de CO₂ ligadas a la energía crezcan cerca de un 5%, lo que supondría el segundo mayor crecimiento registrado hasta ahora. El anterior se produjo en 2010, tras la gran crisis financiera.

La ONU advierte de que las emisiones de efecto invernadero se encaminan a niveles previos a la covid

Aproximadamente la mitad del CO₂ emitido acaba acumulándose en la atmósfera —el resto lo absorben los océanos y la vegetación terrestre—. Esa acumulación atmosférica, la más alta de los últimos 800.000 años según la OMM, lleva al incremento de las temperaturas y de la intensidad y cantidad de fenómenos extremos como sequías, inundaciones y fuertes tormentas. 

“Los indicadores mundiales muestran que las temperaturas medias de los últimos cinco años son las más elevadas de las que se tiene constancia: 1,2 grados centígrados por encima de la media del periodo 1850-1900″, señala un informe que el servicio Copernicus, un programa de seguimiento de los efectos del calentamiento de la UE, presenta este jueves.


Esfuerzos insuficientes. El Acuerdo de París estableció que, para evitar los efectos más desastrosos del cambio climático, los países debían reducir sus emisiones de tal forma que a partir de 2050 tendrían que desaparecer. El objetivo general es que el incremento de la temperatura, que ya está en esos 1,2 grados, no supere los dos grados respecto a los niveles preindustriales. Y en la medida de lo posible que no se superen los 1,5.

La vuelta de Estados Unidos. El problema en este momento es principalmente cosa de dos actores: Estados Unidos y China, que acumulan cerca del 40% de las emisiones mundiales. China, el principal emisor global desde hace más de una década, se resiste desde hace años a que se le equipare con los países desarrollados en cuanto a las obligaciones de recorte de emisiones. Sus objetivos son mucho menos duros que los de la UE: alcanzar su pico de emisiones antes de 2030 y a partir de ahí, rebajarlas. Pero, a finales del pasado año, se comprometió endurecer algo sus planes y prometió que alcanzará la neutralidad de carbono (emitir tanto como retira de la atmósfera) en 2060.
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