Enfrentó a sus colegas y conquistó al CHIMPANCÉ. Emp Jane Goodall

Jane Goodall (Londres, 3 de abril de 1934) ​es una etóloga inglesa y Mensajera de la paz de la ONU.2​ Se la considera la pionera en el estudio de los chimpancés salvajes y es conocida por su estudio de 60 años de duración sobre las interacciones sociales y familiares de los chimpancés salvajes en el parque nacional Gombe Stream en Tanzania.

 

 En febrero de 1935, el año del vigésimo quinto aniversario del rey Jorge V, una chimpancé del zoo de Londres llamada Boo-Boo dio a luz a una cría.

Un par de meses más tarde, una niña rubia recibió una réplica de juguete de la recién nacida como regalo de su primer cumpleaños.

Este fue el primer encuentro de Jane Goodall con un chimpancé.

En los años que han trascurrido hasta esta fecha, su investigación en una comunidad de chimpancés de Tanzania ha revolucionado nuestra visión sobre estos primates -nuestros parientes más cercanos- y cuestionado ideas arraigadas sobre lo que significa ser humano.

Goodall abandonó su trabajo de campo para convertirse en activista, luchando sin descanso en favor de una actitud más tolerante hacia los animales y el medio ambiente.

Por el camino recibió casi 50 títulos honoríficos, y se convirtió en Mensajera de la Paz de la ONU en 2002 y Dama del Imperio Británico en 2004.

"Nunca quise ser científica en sí", explica. "Quería ser naturalista".


Goodall cuenta una historia de su niñez que muestra la fijación que tenía en la África de su imaginación.

Como regalo especial, su madre, Vanne, la había llevado al cine a ver su primera película de Tarzán.

Sin embargo, cuando el telón se levantó para mostrar a Johnny Weissmuller en el papel protagonista, la joven Goodall rompió a llorar histéricamente. En el silencio del atrio, se serenó y le dijo firmemente a su madre: "Ese no es Tarzán".

No obstante, cuando describe sus primeras experiencias en África, no suenan tan diferentes de las junglas de sus sueños.

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Poco después de llegar a Kenia, Goodall captó la atención de Louis Leakey, el eminente paleoantropólogo y conservador del Museo Coryndon de Nairobi.

Tras horas de reunión, lo impresionó tanto con su conocimiento de la historia natural que Leakey le ofreció un trabajo. Varios meses después, él y su mujer, Mary, prepararon una expedición a la garganta de Olduvai, en lo que es ahora el norte de Tanzania, y Goodall los acompañó.

El lugar estaba lleno de vida salvaje.

"Había leones, rinocerontes, jirafas... había de todo allí", recuerda con un destello de emoción.

"A menudo pienso que ese fue uno de los momentos más mágicos de toda mi vida".

Fue explorando este ancestral paisaje en busca de restos humanos primitivos y otros homínidos cuando Leakey mencionó por primera vez la idea de establecer un estudio complementario sobre los chimpancés salvajes en el oeste, en la Reserva de Chimpancés del río Gombe, a orillas del lago Tanganica.

Tres años después, en 1960, Goodall entró en la reserva para iniciar su investigación.

Allí solo había habido un intento de estudiar a los chimpancés en su estado natural y el científico responsable "llevaba un séquito de 22 acompañantes", dice Goodall-

Durante los primeros meses en Gombe, ella solo estaba acompañada por su madre y un asistente contratado.

"Quería estar sola", explica, "pero no me lo permitían".

"Nunca olvidaré cuando iba caminando por la orilla del lago Tanganica y miré hacia arriba..."

Allí, en los valles de frondosos bosques que canalizaban los ríos colina abajo hacía la orilla del lago, estaban los chimpancés que había venido a estudiar.

Con la ayuda de un guardabosques que actuó como escolta, Goodall y su madre montaron una vieja tienda de campaña militar.

"Si querías que entrara el aire, solo tenías que enrollar los laterales y sujetarlos con cinta aislante", explica.

"Bueno, el aire entraba, pero también lo hacían las arañas, los escorpiones y las serpientes".

Aunque su madre estaba aterrorizada, "¡Sabes que me dan miedo las arañas!", Goodall se mostraba impávida, subiendo las pendientes para explorar su nuevo hogar.

"Me senté allí arriba y no podía creer dónde estaba. Parecía totalmente irreal"

Durante su primer período de exploración, a Goodall le costó acercarse a los chimpancés.

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Sin embargo, el chimpancé al que llamó David Greybeard le ofreció una inspiración particular, mostrándole un lado de los chimpancés que jamás había sido documentado.

A finales de octubre de 1960, observó a David desde la distancia mientras roía el cuerpo sin vida de lo que parecía una cría de potamóquero de río -una especie de jabalí- una observación que se oponía a la entonces extendida suposición de que los chimpancés eran estrictamente vegetarianos.

Unos días más tarde, Goodall vio a David creando y usando una herramienta para alimentarse de hormigas.

"Había vegetación en medio y David me daba la espalda... Así que lo que vi fue su mano tomando la herramienta. Vi los movimientos. Y era obvio que estaba comiendo".

Tras posteriores observaciones más claras de este comportamiento, Goodall habló con Leakey sobre su descubrimiento.

En ese momento, la mayoría de la gente creía que los humanos eran la única especia capaz de crear y usar herramientas.

A pesar de la emoción de Leakey sobre los primeros descubrimientos de Goodall, no todo el mundo estaba preparado para aceptarlos.

A finales de 1961, llegó a Cambridge, donde Leakey había usado sus contactos para matricularla en un doctorado.

El trato paternalista que Goodall recibió por parte de sus colegas, principalmente hombres, no le hizo apreciar el estilo de vida académico.

Fue criticada por darle nombres y personalidades a sus animales de estudio.

"No les di personalidades, tan solo las describí", argumenta.

El descubrimiento de que los chimpancés usaban herramientas tampoco fue bien recibido.

"Algunos científicos llegaron a decir que yo les debía haber enseñado", cuenta Goodall y se ríe.

"Habría sido fabuloso haber podido hacer eso".

Explica que simplemente sabía que ella tenía razón y que sus críticos estaban equivocados.

"Mi madre siempre nos enseñó que si la gente no está de acuerdo con nosotros, lo importante es escucharles. Pero si los has escuchado atentamente y todavía sigues pensando que estás en lo cierto, entonces debes demostrar el valor de tus convicciones".

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Así que cuando sus colegas de Cambridge le dijeron que no podía decir que los chimpancés tenían personalidad, mente y emociones, se permitió discrepar gracias a Rusty, un perro mestizo negro.

"Rusty me demostró lo contrario. Si pasas tiempo con animales, no vas a traicionarlos quitándoles lo que es suyo".

Descubro que Rusty fue uno de los dos perros que fueron cercanos a Goodall durante su preadolescencia en The Birches.

El otro, Budleigh, era un precioso collie de pelo largo que pertenecía al propietario de la tienda de dulces.

"Los collies suelen ser inteligentes, pero este no lo era", dice Goodall, recordando que Budleigh demostró ser incapaz de aprender a dar la pata.

Sin embargo, un día, mientras Goodall seguía intentando amaestrar a Buds, Rusty, el mestizo (mirando desde la distancia) levantó su pata.

"En ese momento me di cuenta de que Rusty era muy inteligente porque, aunque no le estaba enseñando a él, había aprendido al observarme mientras enseñaba a Buds".



La primatóloga logró que se implementaran mejoras para los primates en el zoológico de Londres.

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Desde su fundación, la primatóloga promueve proyectos de conservación.

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Su foco inicial, facilitado por el Instituto Jane Goodall que había fundado casi una década antes para apoyar su investigación sobre los chimpancés en Gombe, fue atraer atención a la mala situación de los chimpancés de forma más general.

En el mundo salvaje, la destrucción de hábitats, el comercio de carne de animales salvajes y el tráfico de animales suponían amenazas significativas para el futuro de la especie, y todavía lo hacen. "Es horrible".

Incluso ahora, China pide chimpancés y gorilas a los gobiernos africanos para el entretenimiento, me cuenta Goodall. "Sentimos que nuestros refugios, que nos cuestan tanto dinero, ya no son seguros".

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En los 80, generó inquietudes éticas sobre el uso de los xenotransplantes (transplantes de células, tejidos u órganos entre especies próximas), lo que llevó a la comunidad médica a alejarse de esta práctica.

Más recientemente, ha trabajado con Francis Collins, Director de los Institutos Nacionales de Salud de EE. UU., para eliminar gradualmente el uso de chimpancés cautivos en la investigación médica.

Está encantada de que el senado estadounidense votara para incrementar el presupuesto a los planes de retirada de estos chimpancés. "Estamos empezando a ganar", comenta.


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Entrevista con la BBC.

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